Ineficiencia

Para quien no lo sabe, osea prácticamente nadie, soy un excelente amo de casa. Minucioso (leer "hincha pelotas in extremis") en los detalles, dedicado en las tareas y exigente con los resultados. Pero ustedes ya saben como son las cosas: Nadie es perfecto, incluído el Fish, seamos honestos. Siempre hay algo que se escapa. Por error u omisión, quienes estamos acostumbrados a la eficiencia, sufrimos pequeñas tragedias, que pagamos con el discurso condenatorio y flagelante del ama de casa original de turno o por el sátrapa que siempre se anota para burlarse.

Hoy, por ejemplo, me quedé solo con los chicos. Y aunque no faltaron las instrucciones de rigor (con arenga para cumlir las actividades programadas y etcéteras varios...) me dispuse a llevar las riendas de la situación con la mejor de las intenciones. Para tal fin, me levanté temprano. A las 10 (sí, las 10 de la mañana es madrugar para mí, recuerden que trabajo de noche...) y allí comenzó el operativo desayuno. Luego de darle de comer a los leones, tratando de no perder las extremidades superiores ni la cordura en el intento, me apersoné en el super (!?) del barrio para invertir unos dinerillos en material alimenticio. No soy muy amigo de las góndolas que digamos, así que luego de hacer un check in punto por punto de las necesidades estomacales, hice una especie de zapping neurótico por cada una de las secciones, para luego abonar y retirarme satisfecho por el deber cumplido, cantando para mis adentros "estooooy desesperado, soy tan vulnerable al hot-dooooog".

Demás está decir que olfato para las malas experiencias me sobra. Por eso me sonaba raro, tanta tranquilidad, tanta eficiencia. A saber:

1. regué el parquecito del fondo
   
2. ayudé a mi hija Malena con su tarea, dictando y resumiendo al mismo tiempo contenidos
   
3. limpié los sectores más castigados del hogar
   
4. tendí el lecho nupcial
   
5. me golpeé un dedo de los pies con la puerta
   
6. contesté mails
   
7. le expliqué a mi hija Lola que la palabra spaghetti es italiana y que quiere decir "fideos"
8. le dí de comer a la gata

y...

Cociné a cuatro manos, tratando de dejar el campo operatorio impecable (tampoco es cuestión de andar ligándose improperios de tu cónyugue porque los quemadores de la cocina tienen pegados 2,3 tallarines por centímetro cuadrado... joder!) pero un ave negra sobrevolaba mi calma... algo estaba por suceder.

El desastre vino al comprobar, luego de servir riquísimas pastas con salsa filetto y abundante queso, ¡¡¡¡que me había olvidado de comprar pannnnnnnn!!!!! No podía ser...

Es así amigos. Uno es humano (o algo así). La verdad era que me había olvidado. La bolsa del pan vacía, con su oscuro, ominoso, acusador e hiriente silencio estaba allí para decirme, gritarme su insulto devastardor:

¡¡¡Ineficiente!!!

(prolongado y obtuso silencio) (sin puchero, nada de mariconeadas)

La próxima me escribo todo, incluídas pelotudeces que la gente normal no anota.

Lo juro.